MEDITACIÓN de PASCUA del Hno. ALOISE de TAIZÉ


EL Evangelio de Pascua nos habla de una mujer, María Magdalena, que llora, llena de desconcierto, como si la muerte de Jesús hubiera sellado el fracaso de todas sus esperanzas. Sin embargo, mientras que, por miedo, los apóstoles de Jesús se han encerrado, ella va a la tumba. Este gesto expresa no solamente su duelo, sino también una espera, por muy confusa que ella esté. Es la espera de un amor, que ningún sufrimiento por grande que sea puede hacer desaparecer por completo.
Entonces Jesús, el Resucitado, viene hacia ella. Ocurre de una manera completamente inesperada, no triunfalmente, sino tan humildemente que ella no le reconoce, ella le toma por el jardinero.
Y Jesús la llama por su nombre, «María», esto va a cambiarlo todo. María reconoce en su corazón la voz de Jesús. Ella se vuelve hacia él y le llama a su vez : «Rabbuní, Señor». Una vida nueva comienza en ella, tiene confianza en que Jesús está cerca, aunque su presencia sea en adelante diferente. Luego el Resucitado la envia: «Vete donde mis hermanos y diles que ¡he resucitado!». Su vida recibe un sentido nuevo, ella tiene una tarea que cumplir.